sábado, 10 de agosto de 2019


La Guerra del Golfo: el parto de un mundo nuevo

Se cumplen 29 años de la invasión de Kuwait por las fuerzas de Saddam Hussein.

Previo al inicio de la Guerra del Golfo en 1991 hubo una reunión clave. Fue el 25 de julio de 1990, cuando el entonces presidente de Irak, Saddam Hussein, junto a su canciller, Tarik Aziz, recibieron a la Embajadora de Estados Unidos, April Glaspie. Durante años circularon varias versiones sobre lo que la diplomática comunicó al Departamento de Estado acerca de su respuesta al mandatario iraquí, pero en todas hay un factor común: la diplomática estadounidense habría transmitido un mensaje ambiguo al líder árabe sobre la posible reacción norteamericana ante una escalada militar con su vecino Kuwait. Sus palabras fueron, más o menos, estas:
-"No tenemos opinión sobre los conflictos árabe-árabe, como su desacuerdo fronterizo con Kuwait. El problema con Kuwait no está asociado a Estados Unidos".
Siete días después de la reunión, Saddam Hussein ordenó a su ejército invadir Kuwait. La diplomática fue acusada de haber sido responsable de dar un mensaje equívoco al líder iraquí, por el cual el mandatario podría haber entendido que recibía cierto aval estadounidense para anexar al pequeño estado árabe ubicado en la frontera sur iraquí. El 2 de agosto de 1990 daría comienzo a lo que después se convertiría en la primera gran guerra del mundo unipolar, en la cual el gobierno de George Bush (el padre), junto a otros treinta y tres países, llevaría adelante una ofensiva militar para que el dictador árabe diera marcha atrás con su invasión.
Contexto
Saddam Hussein se enojó cuando sus vecinos kuwaitíes le pidieron el dinero que le habían prestado en la década del '80. El gobierno iraquí había hecho uso de la plata de Kuwait, entre otros prestamistas, para financiar una guerra de ocho años con Irán. Un conflicto bélico que dejó devastado en materia económica y de bajas militares y civiles a ambos países.
"Saddam entendía que había hecho frente a la 'amenaza iraní', en un enfrentamiento histórico entre árabes sunnitas y persas chiitas. Entendió que él estaba protegiendo a todos los demás países árabes, que no era una guerra entre Irak e Irán sino de Irán con todo el mundo árabe", explica en diálogo con Cenital el diplomático, Guillermo Nicolás, de la Secretaría de Relaciones Exteriores de Argentina y ex Encargado de Negocios en Irán, y Cónsul en Líbano.
El diplomático explica que, tras la guerra con Irán, Hussein se mostró molesto ante el pedido de las autoridades kuwaitíes de devolución del dinero que le habían prestado. "Saddam tenía una deuda muy alta con Kuwait. Cuando los kuwaitíes le dicen que quieren cobrar, empieza a ofenderse", asegura Nicolás sobre el vínculo que tenía con su país vecino previo a la invasión.
Al margen de la elevada deuda de Irak con Kuwait, Saddam reclamaba que el Emirato pertenecía históricamente a la provincia iraquí del Imperio Otomano. Más allá de la historia y los reales motivos, el argumento oficial que brindó el también líder del Partido Baaz fue que su pequeño vecino robaba petróleo de territorio iraquí, algo que nunca pudo ser probado.
La decisión de invadir a su vecino generó de manera inmediata el rechazo de un centenar de países, y le valió en los siguientes meses la aplicación de sanciones, además de resoluciones en su contra por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Hussein rechazó dar marcha atrás con la anexión, y el organismo internacional puso una fecha y una advertencia: si antes del 15 de enero Saddam no se retiraba del territorio anexado, un centenar de países lo obligarían a hacerlo.

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