28/05/2012
La génesis de la tercera guerra
mundial
Ángel Tomás Herrera. Licenciado en
Derecho
No soy pájaro agorero, ni pretendo serlo,
pero con este artículo de opinión, más que opinar pretendo que piense y recapaciten, que abran los ojos, si
pueden. La crisis que padecemos actualmente no sabemos si durará mucho
tiempo, si va a ser el preludio de un cambio de un estilo de vida obsoleto o si
puede
ser la antesala de la Tercera Guerra Mundial. Quizás
mute en un conflicto bélico convencional o quizás sea la manifestación silenciosa de esa
guerra global. Pero
mientras que elucubramos y analizamos teorías, la cruda realidad llama a la
puerta de nuestras casas, los derechos sociales se volatilizan y el paro y la
recesión siegan vidas. En nuestra querida España cada vez son más los que ya no
tienen el lujo de no tener hambre y el avance de la pobreza es una espesa
realidad.
Las políticas, la estructura social y el régimen capitalista actual, que hunden sus raíces en las tesis economistas de Locke, Adam Smith, Robert Malthus o Keynes, están sobrepasadas por las circunstancias. El libre mercado, la economía en sí, no sólo nos sirvió para pasar de un mundo mecanicista a un mundo digital y tecnológicamente avanzado, sino que modeló también nuestro pensamiento, estilo de vida y estructura social actual, como nos recordaba Max Weber. Hasta la Revolución Industrial y las tesis maltusianas, eran las hambrunas, las epidemias o las guerras las que gobernaban nuestra existencia, determinando la fluctuación poblacional y la evolución de la humanidad. Pero desde que surgen los modernos Estados, la economía se convierte en el motor de la evolución y a la vez en ese cuarto jinete del apocalipsis que gesta conspiraciones, depresiones y guerras, determinando desde entonces nuestras vidas, esclavizándonos, no permitiendo que seamos dueños de nuestros destinos.
La actual crisis económica mundial se inició en USA, cuna del capitalismo imperialista y la globalización. Las denominadas “hipotecas basura”, el aumento del paro y los primeros problemas financieros son tomados desde Europa como una crisis pasajera que afectaba a la economía norteamericana. Pero para muchos economistas, acontecimientos como la quiebra el 15 de septiembre de 2008 del Banco de inversión Lehman Brothers o la crisis y hundimiento de las compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, la aseguradora AIG y hasta la gigantesca General Motors, estaban marcando el inicio de una III Guerra Mundial encubierta que no traería muertos, pero sí millones de damnificados reflejados en las listas de parados y el aumento de la pobreza. Una silenciosa guerra que comienza a expandirse al resto de continentes, con funestos resultados para Europa, que se enfrenta a la quiebra bancaria y monetaria, la rescisión económica, el fantasma del desempleo y la precarización de servicios públicos y derechos sociales. Incluso dentro de la Comunidad Europea, países como España, Grecia, Portugal o Italia, están padeciendo más aun, atenazados por los controles fiscales y la política monetaria que amenaza con desmembrar la UE. Resulta paradójico que en estos malos tiempos, donde nuestra economía se derrumba y se tambalean las instituciones, en otros países la economía crezca como ocurre con China, India, Brasil y otros países latinoamericanos o del sudeste asiático.
Esta depresión socioeconómica ha dinamitado el concepto mismo del “Estado de Bienestar”, al verse seriamente comprometidos los servicios públicos más básicos y nuestros derechos sociales y laborales. Los controles fiscales, el desempleo y los recortes están abriendo una brecha social difícilmente salvable. Los ricos serán más ricos, y los pobres más pobres. La masa social media se desmorona por días y la estabilidad alcanzada agoniza. Hoy parece que resultan extrañas las palabras de Karl Popper al elogiar allá por los años cincuenta los logros del bienestar social : “En ningún otro momento, y en ninguna parte, han sido los hombres más respetados, como hombres, que en nuestra sociedad”.
Centrándome en nuestro país, la crisis dio la cara con la caída del mercado hipotecario y el desplome de la “burbuja inmobiliaria”. Luego la especulación, la crisis institucional, el desempleo galopante, la rescisión económica, la nula inversión y el hundimiento financiero han dado la puntilla. No hay fórmulas ni panaceas, estamos siendo azotados por una galerna tras la cual desconocemos si vendrá la calma o el tornado que termine con todo. El actual Gobierno prevé para 2012 la destrucción de 630.000 empleos, afectando el paro a todos los sectores de nuestra economía y poniendo la cota en más de cinco millones de parados. El paro además está provocando una emigración masiva sin precedentes, sólo en este primer trimestre según el INE 132.532 personas abandonaron España, de las que 27.004 son españolas y 105.535 extranjeras. La salida hacia el exterior se produce para huir de la miseria y la pobreza que avaza. Una pobreza crónica que no sólo reina en el cuerno de África, sino que se ha instalado en nuestras casas. Informes como el de UNICEF sobre la Infancia en España 2012 – 2013 pone cara infantil a la pobreza. En dicho Informe se cuantifican 2.200.000 menores que viven en hogares por debajo del umbral de la pobreza. El desempleo, los desahucios, la eliminación de ayudas y el menor umbral de ingresos están detonando muchas familias. Cada vez son más, y más pobres, y de hecho el perfil de familia que acude a organizaciones como Cruz Roja o Caritas ha cambiado, ya que son muchas las familias de “clase media” que solicitan ayudas por vez primera; y no digamos nada de los pobres de solemnidad, más castigados aún si cabe por esta crisis. Quien no sucumbe a las presiones fiscales o financieras, es el desempleo quien se encarga de truncar su vida. La falta de recursos lleva a cientos de familias a perder sus casas al no poder afrontar sus préstamos hipotecarios. Sólo para este año se prevén más de cien mil ejecuciones hipotecarias, y sigue sin regularse el mercado hipotecario. Y luego uno tiene que ver impotente como se entrega a Bankia 23.465 millones de euros para su rescate y nacionalización, y no se hace nada para evitar que pierdan su casa o empleo tantos españolitos. La verdad es para vomitar.
Hay otros autores que piensan que la crisis es un preámbulo de un conflicto armado a gran escala e inminente, y para justificar sus postulados se basan en precedentes históricos. Las políticas estatales, los intereses sionistas y la economía han servido de detonantes de guerras en el pasado. Así por ejemplo, el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, a manos del joven estudiante nacionalista serbio Gavrilo Princip, ligado al grupo nacionalista Mano Negra, fue el detonante de la I Guerra Mundial en el que 9 millones de personas perdieron la vida. Tras la Gran Depresión de 1929 y la implantación de los regímenes nacionalistas y totalitarios europeos, el 1 de septiembre de 1939, la Alemania nazi, en su pretensión de crear un gran imperio europeo, invade Polonia y desencadena la II Guerra Mundial con 55 millones de muertos. Siguiendo estos ejemplos, no son pocos los autores que consideran que el conflicto armado vendrá después de esta crisis, y que un posible detonante se halla en el polvorín de Oriente Medio, donde la revuelta siria o el bloqueo iraní pueden propiciar una escalada armada que desemboque en esa Tercera Guerra Mundial. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia mantienen hace meses una poderosa flota en torno al Estrecho de Ormuz, mientras los rusos hacen lo propio en apoyo a sirios e iraníes. Otros países como China, Corea del Norte, India o Pakistán realizan pruebas de misiles balísticos y se hallan en pleno rearme.
Se calcula una deuda mundial de unos cien trillones de dólares que nadie va a pagar, y estas grandes potencias pueden ver en la guerra la solución a una crisis que no parece tener un fin cercano. Esperemos que el miedo y la cordura no abra la caja de Pandora, aún así no podemos olvidar que en el planeta existen actualmente más de cuarenta guerras y multitud de conflictos a menor escala. Revoluciones como las de la denominada “primavera árabe” han cambiado regímenes, guerras eternas en países tercer mundistas han transformado territorios en estados fallidos, como es el caso de Somalia. Nos seguimos sirviendo de los más pobres, propiciando guerras por recursos, petróleo y materias primas, sólo basta recordar los casos del Congo, Angola, Irak o Sierra Leona. El avance del islamismo radical alimenta el terrorismo a escala mundial y guerras viscerales como la de Afganistán. Y aunque parezca mentira todavía la descolonización deja muertos sobre la mesa en países como Etiopía y Eritrea, Sudan o Marruecos con la cuestión saharaui, mientras que conflictos étnicos como los de los Balcanes, Camboya, Guatemala, Ruanda o Darfur nos recuerdan ecos de genocidios pasados.
La ONU prevé una escalada de guerras en Latinoamérica y África por el agua, debido principalmente al hecho de que 1.200 millones de personas carecen en el mundo de agua potable. Estas “guerras por el agua” ya han tenido sus ensayos en conflictos como los sucedidos entre Egipto y Sudán o entre Namibia y Botswana. Y si a esto le unimos que según la FAO diez corporaciones trasnacionales controlan el 80% del comercio mundial de alimentos y del agua, comprenderemos mejor aún porque no cesa la barbarie.
Nuestro mundo sigue azotado por las guerras y nunca ha dejado de tener sed y hambre, la única novedad que ha traído esta crisis es que ahora aquélla ruge en nuestros estómagos.
Las políticas, la estructura social y el régimen capitalista actual, que hunden sus raíces en las tesis economistas de Locke, Adam Smith, Robert Malthus o Keynes, están sobrepasadas por las circunstancias. El libre mercado, la economía en sí, no sólo nos sirvió para pasar de un mundo mecanicista a un mundo digital y tecnológicamente avanzado, sino que modeló también nuestro pensamiento, estilo de vida y estructura social actual, como nos recordaba Max Weber. Hasta la Revolución Industrial y las tesis maltusianas, eran las hambrunas, las epidemias o las guerras las que gobernaban nuestra existencia, determinando la fluctuación poblacional y la evolución de la humanidad. Pero desde que surgen los modernos Estados, la economía se convierte en el motor de la evolución y a la vez en ese cuarto jinete del apocalipsis que gesta conspiraciones, depresiones y guerras, determinando desde entonces nuestras vidas, esclavizándonos, no permitiendo que seamos dueños de nuestros destinos.
La actual crisis económica mundial se inició en USA, cuna del capitalismo imperialista y la globalización. Las denominadas “hipotecas basura”, el aumento del paro y los primeros problemas financieros son tomados desde Europa como una crisis pasajera que afectaba a la economía norteamericana. Pero para muchos economistas, acontecimientos como la quiebra el 15 de septiembre de 2008 del Banco de inversión Lehman Brothers o la crisis y hundimiento de las compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, la aseguradora AIG y hasta la gigantesca General Motors, estaban marcando el inicio de una III Guerra Mundial encubierta que no traería muertos, pero sí millones de damnificados reflejados en las listas de parados y el aumento de la pobreza. Una silenciosa guerra que comienza a expandirse al resto de continentes, con funestos resultados para Europa, que se enfrenta a la quiebra bancaria y monetaria, la rescisión económica, el fantasma del desempleo y la precarización de servicios públicos y derechos sociales. Incluso dentro de la Comunidad Europea, países como España, Grecia, Portugal o Italia, están padeciendo más aun, atenazados por los controles fiscales y la política monetaria que amenaza con desmembrar la UE. Resulta paradójico que en estos malos tiempos, donde nuestra economía se derrumba y se tambalean las instituciones, en otros países la economía crezca como ocurre con China, India, Brasil y otros países latinoamericanos o del sudeste asiático.
Esta depresión socioeconómica ha dinamitado el concepto mismo del “Estado de Bienestar”, al verse seriamente comprometidos los servicios públicos más básicos y nuestros derechos sociales y laborales. Los controles fiscales, el desempleo y los recortes están abriendo una brecha social difícilmente salvable. Los ricos serán más ricos, y los pobres más pobres. La masa social media se desmorona por días y la estabilidad alcanzada agoniza. Hoy parece que resultan extrañas las palabras de Karl Popper al elogiar allá por los años cincuenta los logros del bienestar social : “En ningún otro momento, y en ninguna parte, han sido los hombres más respetados, como hombres, que en nuestra sociedad”.
Centrándome en nuestro país, la crisis dio la cara con la caída del mercado hipotecario y el desplome de la “burbuja inmobiliaria”. Luego la especulación, la crisis institucional, el desempleo galopante, la rescisión económica, la nula inversión y el hundimiento financiero han dado la puntilla. No hay fórmulas ni panaceas, estamos siendo azotados por una galerna tras la cual desconocemos si vendrá la calma o el tornado que termine con todo. El actual Gobierno prevé para 2012 la destrucción de 630.000 empleos, afectando el paro a todos los sectores de nuestra economía y poniendo la cota en más de cinco millones de parados. El paro además está provocando una emigración masiva sin precedentes, sólo en este primer trimestre según el INE 132.532 personas abandonaron España, de las que 27.004 son españolas y 105.535 extranjeras. La salida hacia el exterior se produce para huir de la miseria y la pobreza que avaza. Una pobreza crónica que no sólo reina en el cuerno de África, sino que se ha instalado en nuestras casas. Informes como el de UNICEF sobre la Infancia en España 2012 – 2013 pone cara infantil a la pobreza. En dicho Informe se cuantifican 2.200.000 menores que viven en hogares por debajo del umbral de la pobreza. El desempleo, los desahucios, la eliminación de ayudas y el menor umbral de ingresos están detonando muchas familias. Cada vez son más, y más pobres, y de hecho el perfil de familia que acude a organizaciones como Cruz Roja o Caritas ha cambiado, ya que son muchas las familias de “clase media” que solicitan ayudas por vez primera; y no digamos nada de los pobres de solemnidad, más castigados aún si cabe por esta crisis. Quien no sucumbe a las presiones fiscales o financieras, es el desempleo quien se encarga de truncar su vida. La falta de recursos lleva a cientos de familias a perder sus casas al no poder afrontar sus préstamos hipotecarios. Sólo para este año se prevén más de cien mil ejecuciones hipotecarias, y sigue sin regularse el mercado hipotecario. Y luego uno tiene que ver impotente como se entrega a Bankia 23.465 millones de euros para su rescate y nacionalización, y no se hace nada para evitar que pierdan su casa o empleo tantos españolitos. La verdad es para vomitar.
Hay otros autores que piensan que la crisis es un preámbulo de un conflicto armado a gran escala e inminente, y para justificar sus postulados se basan en precedentes históricos. Las políticas estatales, los intereses sionistas y la economía han servido de detonantes de guerras en el pasado. Así por ejemplo, el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, a manos del joven estudiante nacionalista serbio Gavrilo Princip, ligado al grupo nacionalista Mano Negra, fue el detonante de la I Guerra Mundial en el que 9 millones de personas perdieron la vida. Tras la Gran Depresión de 1929 y la implantación de los regímenes nacionalistas y totalitarios europeos, el 1 de septiembre de 1939, la Alemania nazi, en su pretensión de crear un gran imperio europeo, invade Polonia y desencadena la II Guerra Mundial con 55 millones de muertos. Siguiendo estos ejemplos, no son pocos los autores que consideran que el conflicto armado vendrá después de esta crisis, y que un posible detonante se halla en el polvorín de Oriente Medio, donde la revuelta siria o el bloqueo iraní pueden propiciar una escalada armada que desemboque en esa Tercera Guerra Mundial. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia mantienen hace meses una poderosa flota en torno al Estrecho de Ormuz, mientras los rusos hacen lo propio en apoyo a sirios e iraníes. Otros países como China, Corea del Norte, India o Pakistán realizan pruebas de misiles balísticos y se hallan en pleno rearme.
Se calcula una deuda mundial de unos cien trillones de dólares que nadie va a pagar, y estas grandes potencias pueden ver en la guerra la solución a una crisis que no parece tener un fin cercano. Esperemos que el miedo y la cordura no abra la caja de Pandora, aún así no podemos olvidar que en el planeta existen actualmente más de cuarenta guerras y multitud de conflictos a menor escala. Revoluciones como las de la denominada “primavera árabe” han cambiado regímenes, guerras eternas en países tercer mundistas han transformado territorios en estados fallidos, como es el caso de Somalia. Nos seguimos sirviendo de los más pobres, propiciando guerras por recursos, petróleo y materias primas, sólo basta recordar los casos del Congo, Angola, Irak o Sierra Leona. El avance del islamismo radical alimenta el terrorismo a escala mundial y guerras viscerales como la de Afganistán. Y aunque parezca mentira todavía la descolonización deja muertos sobre la mesa en países como Etiopía y Eritrea, Sudan o Marruecos con la cuestión saharaui, mientras que conflictos étnicos como los de los Balcanes, Camboya, Guatemala, Ruanda o Darfur nos recuerdan ecos de genocidios pasados.
La ONU prevé una escalada de guerras en Latinoamérica y África por el agua, debido principalmente al hecho de que 1.200 millones de personas carecen en el mundo de agua potable. Estas “guerras por el agua” ya han tenido sus ensayos en conflictos como los sucedidos entre Egipto y Sudán o entre Namibia y Botswana. Y si a esto le unimos que según la FAO diez corporaciones trasnacionales controlan el 80% del comercio mundial de alimentos y del agua, comprenderemos mejor aún porque no cesa la barbarie.
Nuestro mundo sigue azotado por las guerras y nunca ha dejado de tener sed y hambre, la única novedad que ha traído esta crisis es que ahora aquélla ruge en nuestros estómagos.
Mt:24:6:Y
oiréis guerras, y rumores de guerras: mirad que no os turbéis; porque es
menester que todo esto acontezca; mas aún no es el fin.
Mt:24:7:Porque
se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias,
y hambres, y terremotos por los lugares.
Mt:24:8:Y
todas estas cosas, principio de dolores.
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